Todavía no me decido: recomendar una serie o una película es ¿un acto de amor o egoísta? Si me gusta mucho algo quiero fervientemente que otra persona la vea. Si es posible, estar presente mientras eso pasa y ni siquiera verla juntos, sino monitorear sus gestos y reacciones ante las partes importantes. Claro, hay que confirmar que hemos recomendado bien, que nuestro gusto audiovisual está aprobado y, por qué no, ganar una reputación (?) de buen recomendador (???).
Es un acto de amor también porque implica haber pensado en el otro, haber interpretado sus gustos y, como si fuera un regalo, directamente acercárselo sin que la otra persona tenga que buscarlo. “Acá está la serie que estabas buscando. Sé que te va a encantar”. El moño sería la captura de pantalla con la portada de la película y el logo de la plataforma que la acoge, o bien el link, directamente para que no haya ni siquiera que salir del chat para verla.
En todo eso me puse a pensar cuando se terminó la segunda temporada de The White Lotus (“La Flor de Loto”, HBO Max, 2022). Me la ha recomendado un amigo, por lo que podemos confirmar que yo no la he “DESCUBIERTO”. Que no soy el CREADOR de la serie y que no la encontré en un sitio web ilegal serbio y la rescaté, sacrificando mi cuerpo y mi sangre para que todos ustedes puedan verla. No, me la han recomendado. Una recomendación que, creo yo, fue un acto de amor.
Por mi parte solo le hice un escueto comentario sobre la serie a una amiga, pero me contuve y no pregoné, evangelicé o vanaglorié. ¿Acaso estoy ahora finalmente por hacerlo y recomendársela a todos ustedes? No, no es lo mismo. Esto, se supone, es parte de mi trabajo. También es cierto que hace mucho no escribía una crítica y después de ver The White Lotus me dieron ganas.
Los datos de la serie
También pensaba mientras pasaban los créditos finales de la serie y sonaba una de las tantísimas hermosas canciones en italiano que tiene la segunda temporada, que la crítica, recomendación, acto o lo que fuere, debía ser simple (¿quizás ya dejó de serlo con toda esta introducción?). No está mal que diga que es una miniserie de antología (tiene historias diferentes en cada temporada). Tampoco está mal decir que podría ser un policial porque nos anuncia crímenes al comienzo de cada temporada. Que no todo el desarrollo de la trama es policial, sino más bien personal, pasional, estético y por qué no, cómico. Oscuramente cómico, pero cómico al fin. Todo derivará en la resolución de ese crimen (dos distintos en cada temporada), pero con un proceso magnífico.
Tampoco está mal que entregue datos típicos: es producida, dirigida y escrita por Mike White y es de Estados Unidos pero con fuerte colaboración europea. La historia tiene como eje central el personal y los huéspedes de una misma cadena hotelera y en la primera temporada todo sucede en Hawaii. La segunda, en Sicilia, Italia. Tampoco está de más decir que en total son 13 capítulos de aproximadamente una hora cada uno. Además, tiene cuatro nominaciones a los Globos de Oro que se entregan esta noche.
Las 15 razones para ver The White Lotus
Nada de lo de arriba está fuera de lugar. Pero la simpleza que pensaba en su momento tiene que ver con algo más concreto: ¿por qué ver The White Lotus? Otras razones. 15 razones.
Porque el clima de hotel, playa y relaciones interpersonales es el que, con suerte, muchos vivieron, están viviendo o vivirán en este verano. Es la serie para ver en las vacaciones, aunque hayamos dicho que de eso (series) también nos tomaríamos vacaciones. En todos los formatos, ¿eh? Parejas, familias, amigas, en soledad, con compañeras de trabajo, etcétera.
Hay que verla porque han hecho la música especialmente para todos nosotros, los seres humanos del planeta Tierra. Ese sí que es un regalo artesanal y del que debería darse crédito el chileno-canadiense Cristóbal Tapia de Veer. Desde la misteriosa melodía de la intro (dos por cada serie, imperdibles ambas) hasta las canciones que visten las vacaciones de los protagonistas.
Hay que verla porque, creamé, no hay personajes buenos ni malos. La definición que englobaría a todos sería “impredecibles”. Ver The White Lotus es sorprenderse no solo ante el giro de la historia, sino también ante la gambeta de las ideas establecidas que tenemos de cada uno de los personajes y enterarnos que estos tienen muchos más matices que “bueno” o “malo”. O al menos mucho más lugar para recibir otras etiquetas si es que vamos a insistir en encasillar a cada uno.
Hay que verla porque la cultura y el arte desbordan la pantalla. En maneras grotescas, finas y hasta siniestras.
Hay que ver The White Lotus porque trabaja Michael Imperioli, o sea Cristopher en Los Soprano.
Hay que verla porque en Italia, los italianos hablan en italiano. Un detalle nada menor teniendo en cuenta que la industria del cine estadounidense hace lo que sea necesario para que sus espectadores no lean subtítulos.
Hay que verla porque actúa Jennifer Coolidge. Porque hay cuerpos desnudos y muy bien vestidos. Porque los himnos hawaianos nos dan confort y mucha paz.
Hay que verla porque White, norteamericano, se burla abiertamente de lo que representa un norteamericano promedio en el mundo.
Hay que verla porque absolutamente todas las actuaciones y situaciones (pese a estas ser imprevistas) son creíbles.
Porque los paisajes nos trasladan mentalmente a lugares donde soñaríamos con estar.
Porque no puede perderse la escena de la fiesta en el "palazzo" siciliano de la segunda temporada.
Porque el ritual hawaiano en la primera temporada esa una joya visual de segundos.
Hay que ver The White Lotus porque es un buen entretenimiento y quizás no necesite saber más que eso.